Debo confesar que tengo todo un ritual cuando sé que se vienen los Cyber, ¡y no me hace sentir para nada orgullosa!
Generalmente, nos enteramos entre un mes o dos meses antes de que viene una rebaja importante, entonces empiezo a revisar los precios de todas esas cosas que quiero, pero que sé (muy en el fondo) no necesito tanto.
Veo si renovar el teléfono, comprar una nueva computadora, una consola, de estos cepillos que son también secadores, veo figuritas o libros, me pongo a armar un carrito en alguna tienda de ropa o reviso pijamas que terminarán abandonados en el cajón, porque la ropa vieja siempre es más cómoda y tiene mayor apego emocional.
Al final… me doy cuenta y haciendo sumas, busco necesidades. Busco razones para comprar. Porque, si no lo compré cuando estaba en precio normal, ¿realmente lo necesito? 🤔
No les voy a mentir, estos tres pilares se repiten cada cyber y no fue hasta el de ¿octubre? del año pasado que en verdad me di cuenta que quizás no valía tanto la pena.
Me acuerdo que estaba encaprichada con una consola, cuya marca no diré. La quería de verdad, pensaba en todos los juegos que iba a comprar para perder mi tiempo con ganas. ¡Ay! y las zapatillas, que ni siquiera sabía que existían hasta que me llegó el correo número mil.
Pero bueno, volvamos a la consola. Ahí está. Me hizo feliz, no te voy a mentir, pero no juego con ella hace más de tres meses y no he terminado ninguno de los cinco juegos que compré, en un impulso por sentir la felicidad que experimenté a los 12 años (con un emulador en un windows xp, sí, caída de carnet).
Ahora, me compré otra que uso todos los días y que quería mucho más. Y pienso, ¿y si hubiese partido directamente por la última que me compré? Me habría ahorrado ¿350 mil pesos?… que ya ni siquiera valen eso. Cuando me empieza la culpa, la decepción, la enciendo. Juego media hora más y vuelve a juntar polvo en la repisa.
No negaré que sigo igual de caprichosa que el año pasado, es ya algo de mí. Y la gente que me conoce, sabe que soy buenísima para el berrinche (perdón compañeros, sé que igual aman esto de mí). Reclamo o se me mete algo en la cabeza y no salgo de ahí hasta que lo obtengo, a no ser que ¡haga mi introspección!
Empiezo meses antes, es casi como un ritual. ¡Pon atención!
Primer paso. Se detona el capricho.
Estudio todos los pro y los contra que tiene el artículo que quiero comprar: nivel de felicidad que me dará, cuántas veces lo usaré, ¿ha estado más barato?, reviso veinte reviews en internet en inglés, español y en francés cuando quiero ponerme a llorar un rato.
Ok. No me convenció, lo desecho.
Mentira. Ojalá desecharlo. A veces pasa, y lo declaro un completo win. Pero otras… se queda en mi mente por al menos un par de meses más. Ahí viene el paso dos.
Segundo paso. Autoconvencimiento.
¡No lo necesito! Busco veinte razones o artículos que ya tengo, que podrían hacer lo mismo en conjunto. Reviso cuáles son los pro en base de eso, qué necesidades va a cubrir y si logro encontrar más de cinco, entonces lo compro. Si no la encuentro, lo desecho.
Tercer paso. Ok, lo quiero.
Y aquí me pregunto, ¿estoy dispuesta a pagar el precio completo o debo esperar a un Cyber? Bueno. Depende. Si reviso sus precios históricos y veo que estuvo en algún punto más barato que ahora, espero. Ni siquiera necesariamente a un cyber, aprovecho la primera oportunidad de tenerlo a ese precio bajo, porque debemos ser más inteligentes que la tienda.
Y tras este paso, me di cuenta de muchas cosas el último año.
Cuando estudio los precios y compro las cosas, al verlas a un precio más bajo o que estoy dispuesta a pagar, en muchas ocasiones me salen más baratas que en cyber e incluso al mismo precio.
Creo que este último año, nunca me he arrepentido de haber comprado antes de un cyber.
No declaro esto mi recuperación, porque sigo armando carros que al final no completo y debo cerrar los ojos cada que entro a mi correo, porque esa semana son del terror: ¡Olvidaste tu carrito! No. No lo olvidé. Estoy cuidando mis finanzas.
No es necesario tener el último iPhone para ser feliz. De hecho, ni siquiera hay mucho cambio entre el anterior y el que le sigue (lo dice la que se cambió del 13 al 14).
Tampoco ese jeans que quiero comprar porque tiene un 20% de descuento, si no lo compré en su momento a precio normal, seguro ni lo necesito y tengo veinte más que no me pongo.
No necesité más de la mitad de las compras que hice en cyber el año pasado y el pasado a ese. Y a ese. Quizás mi tele sí, pero porque cambié de una que ni siquiera era Smart a esta.
Y me pongo a calcular, ¿y si hubiese invertido algo de todo esto? Habría ganado dinero. No lo habría perdido ni acumulado polvo. Porque el teléfono lo cambio, el iPad también y la ropa termino donándola o regalándose a alguien más (en ocasiones con etiqueta).
No siempre tengo que estar de acuerdo conmigo misma y las compras no han sido una excepción. Por lo que decidí que esta vez, intentaré de verdad no caer en las trampas de precios inflados ni en crearme necesidades que en verdad no existen.
Quizás valga más la pena cambiar mi teléfono cuando vayamos en el iPhone 18, porque dudo que vaya a salir algo nuevo muy pronto. Probablemente, ya no necesito más consolas de las que tengo. Pero quizás… este dinero lo necesite a futuro, para comprar una consola realmente diferente o un teléfono que me de un salto que me haga volar la cabeza.
Y no lo lograré gastando.
Invertir, es dejar de pensar en esa felicidad volátil, inmediata y hasta arrepentida que podemos tener hoy en día. Invertir es pensar en el futuro, en la tranquilidad financiera, en que no tengo que preocuparme por el mañana, porque ya estoy trabajando en ello.
Así que este cyber, después de ochenta mil arrepentimientos y no quiero ser el 55% de las personas que se arrepienten. Si me preguntan, ¿invertir o gastar? Elijo invertir. Y no en cualquier lado. Elijo invertir con los mejores. Entonces, elijo Holdo.
Advertencia: La información que se encuentra en este blog está destinada a un uso informativo general. No corresponde, en ninguna circunstancia, a un consejo personalizado de inversión. Cada individuo cuenta con necesidades diferentes, por lo que debes tener en consideración tu perfil de riesgo y objetivos, antes de tomar una decisión sobre tu situación financiera. Cabe destacar que, en holdolens, se comparten solo datos fiables sobre el comportamiento histórico del mundo de las inversiones. Sin embargo, no se puede garantizar un resultado específico sobre el mercado, ya que el rendimiento podría variar. Ten en consideración que toda inversión está sujeta a riesgos, entre ellos la pérdida del dinero invertido; cada ejemplo que hemos proporcionado es meramente ilustrativo, ya que somos incapaces de poder predecir cómo se comportará el mercado.